No somos una pareja perfecta, eso está claro, pero hasta ahora siempre nos habíamos entendido.
Franc y yo llevamos saliendo casi ocho años y además trabajamos juntos.
En todo ese tiempo nos ha dado tiempo a enojarnos y reconciliarnos unas cuantas veces, a ser felices y a estar tristes, a ponernos celosos y a decirnos te amo hasta el infinito.
Somos jóvenes, y eso siempre ha sido un punto a nuestro favor, porque cada error nos hacía más fuertes, porque cada pelea nos hacía más sinceros.
Es probable que ninguna de nuestras amistades haya sobrevivido a una relación tanto como nosotros y eso, siempre, nos ha llenado de orgullo.
Como ven, dentro de nuestra imperfección lográbamos ser algo perfectos.
O eso es lo que yo creía…
Hasta que Franc me mintió.
No sé cómo no lo vi venir. En ocho años de relación siempre he pillado sus momentos de bajón, siempre he entendido sus enfados espontáneos y siempre he respetado el espacio que me pedía.
Ahora me ha traicionado.
Lo peor es que ni siquiera me enteré por él, sino que me lo tuvo que decir una compañera de la oficina.
—Me alegro mucho de que hayan ascendido a Franc. ¿Cómo vas a lidiar eso de dormir con tu jefe?
Me quedé pálida.
No supe qué decir y traté de esbozar una sonrisa que no pareciera demasiado falsa. Corrí hacia el baño y me eché a llorar.
¿Cómo podía ser tan cabrón?
¿Cómo podía haberme hecho eso?
¿Cómo era capaz de traicionar mi confianza en su propio beneficio?
Creo que todo mi mundo se tambalea
Dirán que estoy exagerando, pero es que todavía no he tenido tiempo de contarles la historia.
Verán, de los ocho años de relación que llevamos Franc y yo trabajamos para la misma empresa desde hace cinco.
Nos encanta trabajar juntos, y nos encanta pensar cosas en equipo.
De hecho, creo que una de las claves de nuestra relación es haber sabido compaginar trabajo y amor.
Para no volvernos locos teníamos algunas unas reglas: no dedicarle más horas de las necesarias a la empresa, no dejar que ciertos problemas pasaran del umbral de la puerta de casa.
Y, sobre todo, no tomar grandes decisiones sin consultárnoslo.
Hoy sé que Franc ha aceptado un puesto importante en nuestra empresa sin habérmelo dicho y sin haber pensado en las posibles consecuencias.
De hecho yo sé cuáles son esas consecuencias.
Lo sé porque hace un mes nuestro jefe me lo ofreció a mí y yo lo rechacé.
Sabía que aceptarlo traería problemas a casa. Siempre pasa factura que uno gane más dinero que el otro o que uno pase más horas que el otro en la oficina. Pero sobre todo lo que hace peligrar una relación es que siempre sea la misma persona la que se sacrifique. Y en este caso esa persona soy yo.
Mientras me seco las lágrimas, siento que todo mi mundo se tambalea.
Renuncié a algo que era bueno para mí porque sé que no lo era para los dos.
Franc ha sido un egoísta.
Creo que debería salir de este baño y pedirle una explicación.
¿Escucho sus motivos e intento perdonarle? ¿Nos enfadaremos y lo acabaremos dejando? ¿Debería haber aceptado yo ese puesto?
¿Cómo afectará todo esto a mi carrera profesional?
¿Estoy exagerando?
Porque lo que hace peligrar una relación es que siempre sea la misma persona la que se sacrifique
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