La obsesión humana por seleccionar y cruzar a perros que tienen ciertas características “deseables” de sus respectivas razas, ha generado un sinnúmero de problemas genéticos a los canes. Ve cómo han cambiado en 100 años y las consecuencias de la recruza.

Dominique Yunis tiene 21 años, esta perdidamente enamorada de los perritos y no soporta ver uno en la calle, mucho menos hambriento, por lo que siempre tiene comida de perros en su cartera. En 2009, junto a su familia, compraron un cachorro Pastor Inglés en un criadero dondele aseguraron era de excelente linaje.

“Se llamó Nick, los primeros meses fue un perro muy sano. Al crecer empezó a demostrar extraños síntomas; cuando volvíamos de pasearlo, estaba muy acelerado y se echaba al suelo, cuando intentaba levantarse se veía cómo sus patas cedían ante el esfuerzo y caía. Lo llevamos al veterinario y aseguraron que no había problemas en su corazón ni en su estado físico”.

A principios de 2010, Nick dejó de comer y Dominique volvió a llamar al veterinario, el cual le dio un suplemento alimenticio y un remedio para abrirle el apetito, pero no tuvo resultados. En los siguientes días comenzó con dificultades para hacer sus necesidades y el veterinario le hizo una limpieza en su zona rectal, pero el problema no mejoró. No pasaron más de dos días y Nick ya no se levantaba, entonces lo llevaron a otra veterinaria.

“Ahí nos dieron el primer diagnóstico correcto de su enfermedad: cáncer de próstata. Sus riñones estaban prácticamente consumidos y el cáncer se había extendido por su cuerpo. Mi mamá revivía la historia del perro que tuvo a los 25 años: un animal repleto de problemas genéticos provocados por la recruza que pretende mantener el linaje de la raza”.

El cruzamiento endogámico

Desde hace varios siglos, el ser humano comenzó a cruzar a los perros según sus necesidades o caprichos; querían unos muy buenos cazando, otros eran necesarios para el pastoreo o simplemente porque deseaban tener un perro con tal estructura corporal, pero con otro tipo de pelaje.

Hoy en día para mantener “la raza pura” o seguir “mejorando las razas”, los criaderos de perros han puesto en práctica la selección genética, lo cual a primera vista puede parecer como algo inofensivo o hasta positivo; buscar canes con el pelaje deseado, las proporciones “ideales” o con un comportamiento perfecto para tenerlo en la casa. Sin embargo, hay otras consecuencias que pueden significar un impacto negativo en la calidad de vida de la mascota y hasta su muerte.

Uno de los métodos de selección genética para obtener la raza pura tiene el nombre de cruzamiento endogámico o endocría, el cual consiste en cruzar a perros con lazos sanguíneos directos, podríamos decir que los emparejan con sus parientes. Las consecuencias de esto no son menores.

El sitio Dog Behavior Science realizó una comparación fotográfica entre las razas de perros que hoy conocemos y cómo se veían hace casi 100 años atrás, señalando además, cómo la recruza ha afectado la salud de estos animales. El resultado es impactante:

Bull Terrier: Tiene claramente el cráneo mutado y su abdomen es más grande, además sufre de dientes supernumerarios (más dientes de los que debería tener) y tiene una obsesión compulsiva para perseguirse la cola.

Basset Hound: Sus patas traseras sufrieron un cambio en la estructura, tiene exceso de piel, orejas enormes en proporción a su cuerpo, sufre de problemas de vértebras y sus ojos caídos hacen que sea muy propenso a tener entropión o ectropión, que son problemas a los párpados, los cuales se tuercen hacia dentro o hacia fuera.

Boxer: Visiblemente su nariz es más corta y el hocico se ha curvado hacía arriba, lo que -al igual que todos los perros de nariz chata- le ocasiona dificultades para controlar su temperatura cuando hace calor, ocasionándole problemas de rendimiento físico. Como si eso fuera poco, tiene una de las tasas más altas de cáncer.

Bulldog Inglés: Este pobre perro es propenso a prácticamente todas las enfermedades caninas, de hecho, un estudio realizado por Kennel Club del Reino Unido en 2004, dijo que la edad media a la que mueren es de 6,25 años. Sus proporciones le dificulta mucho cruzarse y si lo logran, dar a luz es casi impensable sin un veterinario.

Dachshund (salchicha): El alargamiento de su columna y cuello han perdido toda proporción con el tamaño del animal y sus patas cada vez más cortas han hecho que casi no tenga espacio libre entre su pecho y el suelo. Esta raza tiene el riesgo más alto de sufrir algún tipo de complicación con los discos intervertebrales (discos que separan las vertebras), lo que puede terminar en una parálisis. Además, son propensos a otras enfermedades relacionadas con la acondroplasia (enanismo) y problemas en sus piernas.

Pug: Esta es otra raza extremadamente braquiocéfala, es decir, de nariz achatada. Esto trae problemas de presión arterial alta, cardíacos, baja oxigenación, dificultad para respirar, tendencia a recalentarse, dermatitis en los pliegues y problemas dentales, entre otros. El enroscamiento de la cola, tan deseable en esta raza, es en realidad un defecto genético y en casos extremos puede conducir a parálisis.

San Bernardo: Aunque alguna vez fue un perro de trabajo, ahora esta raza tiene un tamaño mucho más grande, nariz achatada y abundante piel, por lo que su sistema se sobrecalienta rápidamente y es incapaz de hacer mucha actividad física. Las enfermedades relacionadas a esto son; entropión o ectropión, parálisis de Stockard (extremidades posteriores que termina en problemas con la médula espinal en la región lumbar), hemofilia (coagulación de sangre anormalmente lenta), osteosarcoma (cáncer de huesos) y deficiencia de fibrinógeno (trastorno hemorrágico).

Fuente: El Definido