En septiembre del 2010, como parte de la conmemoración del bicentenario de la independencia de México, recibí como millones de mexicanos una curiosa carta en un sobrecito, con una banderita de parte del presidente Calderón. Las cosas tres años después no han cambiado nada, de hecho creo que estamos mucho peor, considero que vale la pena volver a exponer lo que le conteste al entonces Presidente de la República, pues parecer ser que al Sr. Peña Nieto le vuelve a quedar el saco. Convencido estoy de qué existen millones de compatriotas que compartan mi sentir.

“Estimado”  Sr. Presidente:

En primer lugar, quisiera recordarle que está perfectamente mal dicho y de muy mal gusto el referirse a nosotros como “Mexicanos y Mexicanas”,  eso es el rezago de una de las barbaries que el inculto del ex presidente Vicente Fox trató de poner de moda, evidentemente, sin conocer nada sobre las reglas de nuestro hermoso idioma, le adjunto referencias. Referente su carta, nos la envía según dice usted para conmemorar y celebrar el bicentenario del inicio de la Independencia, así como los 100 años del inicio de la Revolución. Sr. Presidente, se celebra lo que se tiene, lo que se logró, lo que se mantiene, sobre todo si para lograrlo murieron miles de mexicanos, sino es solo una vil farsa, una gran pantomima. ¿Podemos celebrar una independencia? Usted dígame. El país depende más que nunca de grupos extranjeros.

Como usted sabe, no somos autosuficientes ni en la generación de alimentos, ni tampoco en la producción de gasolinas, ni en otros derivados del petróleo, ni en una gran cantidad de productos y servicios que significan autonomía e independencia por lo menos en el terreno comercial. Ideológicamente, algunos grupos religiosos siguen llenando de humos, miedos y rencores al pueblo mexicano y no creo que seamos un país libre cuando en muchos sectores de nuestra economía rigen empresas extranjeras, como en la banca (por citar un caso) donde se cobran comisiones y tasas de interés, que  solo se pueden cobrar en México. Tenemos una banca mexicana que después de haber sido saqueada por inversionistas y casa-bolseros sin escrúpulos que buscaban hacer dinero rápido, quebraron a los bancos para después endosarnos la factura a los mexicanos por medio del Fobaproa y terminar vendiéndolos a los extranjeros, haciendo grandes negocios y sin pagar un peso de impuestos. Muchas empresas mexicanas se venden, compran y revenden con fondos del gobierno para seguir ayudando a sus millonarios propietarios, los cuales las manejan mal, las llevan a la quiebra sin culpa, para que las vuelva a salvar permanentemente el gobierno mexicano con recursos de la nación, en la los trenes tiene un caso importante, hay muchos más.

El asunto de la Revolución es aún más lamentable. Los verdaderos caudillos de la Revolución mexicana como Villa y Zapata, y los intelectuales que aguijonearon con ideas para una justicia social como Ricardo Flores Magón, Belisario Domínguez y los hermanos Serdán, por solo citar a algunos, se han de estar retorciendo en sus tumbas y sin duda se levantarían en armas de nuevo al ver las atrocidades sociales que se viven, permiten y fomentan diariamente en este país. Sin considerar claro está, la falta de respeto de “verificar” la veracidad de sus restos. En este punto yo quisiera preguntarle: ¿Si las calaveras de los héroes no fueran de ellos, ustedes nos lo dirían? Y de hacerlo, ¿Qué sentido tienen estos actos circenses¿ Discúlpeme pero nada más irrespetuoso y banal que profanar las tumbas de los héroes nacionales como parte de un año de fiestas. Respecto a la revolución y sus logros: solamente le recuerdo: tenemos más de 70 millones de pobres, muchos convirtiéndose y apoyando narcos por no tener oportunidades de empleo, ni tener que llevarse a la boca. Tenemos un malísimo servicio de salud con una institución de quinta  que está a punto de sucumbir, a pesar de que usted siga insistiendo en convencerse a usted mismo y a sus amigos de que ya cumplió sus promesas de campaña respecto a los servicios de salud. Lo invito a que vaya al IMSS y pida su ficha y que lo atiendan… va a ver cómo le va (por favor no diga que es el Sr. Presidente… para que viva la realidad de sus “maravillosos servicios de salud”). Verifíquelo y discúlpeme, pero la mayoría de los mexicanos carecen de adecuados servicios de salud, aunque usted no lo crea, como dice Ripley.

Tenemos también millones de niños sin escuela y los que si se “educan” lo hacen bajo un sistema de maestros sin preparación, que se niegan a capacitarse porque su líder lo menos que tiene es una visión e intención de educación nacional, pero usted y los demás políticos la mantienen en su silla, nadie entendemos por qué, si es que en realidad les interesa la educación y el progreso de este país,  pero ¡las marchas, los acarreados  y las querellas continúan… y los niños sin educación también! Pancho Villa aprendió a leer solo Sr. Presidente y fomentó la educación aun cuando provenía de la más profunda falta de escuela, ojalá usted y sus colaboradores verdaderamente apoyaran una educación eficaz y eficiente. Un poco de las agallas de Pancho Villa quien no bebía ni una gota de alcohol y que festejaba sus logros con raspados de limón y no con ipads inútiles y costosos, les hace mucha falta a los políticos de este país. Si Sr. Presidente, un poco de ese valor y compromiso le hace mucha falta a los senadores y diputados de esta nación. Pero, no se los sugiera, exíjalo, que desquiten verdaderamente los miles de pesos que se embolsan mensualmente por irse a pelear como marchantas baratas en las sillas de nuestro Congreso, sin hacer nada, o casi nada. Tenemos desde luchadores, artistas, vedettes y muchos, muchos oportunistas políticos calientan bancas en el Congreso y en las Cámaras, es patético. Usted menciona en su carta el verde de la bandera, como esperanza.

Me da pena comentarle pero la palabra esperanza tiene que ver con “lo que se espera”, con fe y la fe depende de la confianza. No creo que podamos tener confianza, ni esperar mucho con gobiernos corruptos que no se comprometen, con legisladores que no legislan, a menos que seamos estúpidos, cosa que no somos, aunque muchos políticos pretendan que lo seamos. Referente al color blanco de la bandera, usted dice que tiene que ver con paz, en realidad el blanco hace referencia a la pureza de valores y curiosamente a la religiosidad, no a la paz. Sin embargo, respecto a su interpretación del color blanco como paz: no sé cómo se atreve usted a mencionar paz en un territorio nacional lleno muerte, de secuestros, de guerrilla, de narcos que se pelean por el poder en las calles de las ciudades y los pueblos. Estamos en guerra y hay terrorismo aunque usted no lo admita ¿A usted ya lo secuestraron? ¿A usted ya le hablaron a pedir cuota? A mi si Sr. Presidente. No me hable del blanco de la paz en un país que se viste de sangre todos los días, a mí me daría vergüenza. El rojo de la bandera, de la sangre derramada, la menciona usted en término pasado. Actualícese, se sigue derramando sangre día con día Sr. Presidente, sangre de gente inocente.

Tal vez ahora ya se preocupen ustedes más, pues tristemente parece ser que valen más la vida de los políticos y de los empresarios ricos, que la de los mexicanos comunes y corrientes que se suben a un taxi y que salen a trabajar todos los días y que en ocasiones no regresan por ser víctimas de una bala perdida. Dice usted de los elementos como el águila, el nopal y el islote que simbolizan al pueblo de México, a los indígenas, a Tenochtitlán. Hoy por hoy, la raza de bronce vende chicles y limosnea en las calles, venden baratijas y artesanías mal hechas en las casetas de las carreteras, y hasta tenemos institutos y organizaciones especializadas para hacerles “justicia” a los originarios dueños del territorio nacional. ¿Dígame honestamente usted cree que no están en desventaja nuestros indígenas? No me hable de que el lábaro patrio representa los valores del indigenismo, pregúntele a un indígena limosneando como se siente, si se la Independencia y la Revolución le han hecho justicia, si tiene hambre. Reflexionemos dos veces antes de sentirnos “orgullosos” de ser mexicanos. Lo invito a reflexionar en su orgullo desde Los Pinos. Cuando tengamos un México estable, con oportunidades de vivir plenamente, sin sangre, sin miedos, sin una mayoría de políticos corruptos, cuando tengamos un país con independencia comercial verdadera, con un espíritu y actitud de vida en revolución para ser y estar mejor, todos, no solo los políticos, los ricos, los del poder. Entonces y solo entonces, podremos verdaderamente festejar el orgullo de ser mexicanos, sin necesidad de recordárselo a los demás con banderitas y cartitas superfluas, que cuestan millones de pesos tirados a la basura.

Reflexionemos honestamente antes de decir que nos sentimos orgullosos de ser mexicanos, Sr. Presidente.

Alfonso del Valle Azcué