El estar emocionado por algo nos hace anticipar lo que podría suceder así que nos pone a pensar e imaginar diferentes escenarios.

Eso requiere un tanto de concentración, lo que nos mantiene despiertos.

Cuando estamos echados en la cama, cansados mas no somnolientos, a veces imaginamos cuán agotados estaremos al día siguiente si no conciliamos el sueño. Nuestro propio insomnio empieza a dominar a nuestra mente y entre más nos concentramos en ello, más se acelera el proceso mental y sentimos menos sueño.

El estrés, la preocupación y la emoción también fomentan la producción de adrenalina e hidrocortisona, una hormona y un esteroide naturales del cuerpo que nos mantienen aún más despiertos.

(BBC)