El oxigeno es vital, por lo tanto respirar también lo es. Aunque los humanos podamos sobrevivir sin alimentos durante semanas y sin líquidos durante día, la falta de oxígeno nos haría morir en algunos minutos.
“Pero, si yo ya respiro“, se dirán algunos. Afortunadamente la respiración se produce de manera automática. Aunque no estemos pensando o concentrados en ello, nuestro cuerpo realiza esta tarea por nosotros. Pero también por fortuna la respiración puede ser un acto en el que pongamos toda nuestra atención e intención en el acto mismo. Podemos respirar profundamente sintiendo cómo el aire entra en nuestro cuerpo y el pecho y abdomen se expanden. Sentiremos que las tensiones y preocupaciones desaparecen y la vida vuelve a nosotros con mayor calma y objetividad.
El modo en que respiremos puede afectar a nuestra calidad de vida, nuestra salud e incluso el estado anímico o emocional.
¿Qué sucede cuando respiramos?
Cuando hablamos de la respiración, solemos pensar en los pulmones como principales órganos responsables, y nos olvidamos del diafragma. Pero lo cierto es que sin él, no podríamos respirar.
El diafragma es un gran músculo que se asemeja a una cúpula o un paracaídas, y que divide el tronco en dos. Por debajo de él se encuentran el hígado, el estómago, el bazo y el páncreas. Sobre él se apoyan los pulmones y el corazón.
Durante el acto respiratorio el diafragma realiza un movimiento vertical, se puede comparar con el movimiento de los pistones de un motor o el émbolo de una jeringuilla. Cuando el diafragma sube, empuja el aire para que salga (exhalación), y cuando desciende se produce una succión que provoca la entrada del aire en los pulmones (inhalación).
Cuando respiramos, además de la entrada de aire a los pulmones, también bombeamos sangre a los tejidos de todo el cuerpo. En esta tarea, el corazón y el aparato respiratorio trabajan conjuntamente y en perfecta armonía. Como si se tratara de un circuito cerrado en el que la sangre viaja por todo el cuerpo; en el viaje de ida, la sangre impulsada por el corazón va repartiendo el oxígeno a las células de todo el organismo, donde lo intercambia por CO2. En el viaje de retorno, la sangre lleva el CO2 hasta los pulmones. Allí se realiza el intercambio gaseoso, oxígeno por anhídrido carbónico. El oxígeno viajará hasta el corazón y el CO2 será expulsado del cuerpo mediante una exhalación.
Lógicamente, si mejoramos la calidad de nuestra respiración, este complejo proceso puede resultar beneficiado, y podría mejorar la salud de todo el organismo. Entrará mayor cantidad de oxígeno y se podrá deshacer del CO2 con mayor eficacia.
Otros beneficios que puede tener respirar correctamente también tienen que ver con el diafragma. Gracias al movimiento de vaivén que realiza, se produce un masaje rítmico en los órganos abdominales, que puede estimular el peristaltismo intestinal, facilita la digestión, contribuye a combatir el estreñimiento y favorece la eliminación de gases en el tubo digestivo.
Además el acto respiratorio consciente y deliberado es el nexo de unión entre el cuerpo y la mente. Cualquier práctica de relajación o meditación tiene como punto inicial una respiración consciente y observada.
Una respiración más lenta y profunda es sinónimo de mejor salud y calidad de vida.
Con información de Huffington Post