En una gigantesca nación compuesta por seres humanos de todos los colores y de todas las sonrisas, a 125 años de haberse decretado la extinción de la esclavitud, buena parte de la población de Brasil aún padece de la discriminación racial como estigma heredado del colonialismo portugués.

En un país que no solamente ofrece la modernidad visionaria de Brasilia o la energía vital de Sao Paulo, la incomparable y eterna belleza natural de Río de Janeiro o el sincretismo con raíces africanas de Bahía, ese problema todavía se vive.

Al recordar que el 13 de mayo de 1888 la princesa Isabel de Braganza decretó la Ley Áurea que liberaba a los afrobrasileños de las cadenas que la corona de Lisboa les impuso durante casi cuatro siglos, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva firmó la promulgación de la Ley de Igualdad Racial en junio de 2010.

La investigadora de la Universidad de Minas Gerais, Roselí Prado, subraya que, con motivo de La Copa del Mundo Brasil 2014, a quienes manejan ese deporte poco parece importarles la Constitución brasileña:

“A ello obedece que la justicia federal haya abierto un procedimiento para investigar un caso de racismo que ofende a un deporte en el cual los negros de mi patria han sido factores determinantes en la reafirmación de los valores nacionales”, reclama la académica.

En su número especial de la primera semana de diciembre pasado, la revista “Veja” publicó que la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA) rechazó la petición de la poderosa Rede Globo ?la mayor y más poderosa televisora de Brasil- para que la ceremonia del sorteo de los grupos de países participantes en la vigésima Copa del Mundo fuera conducida por Camila Pitanga y Lázaro Ramos, destacados y talentosos actores negros, considerados representativos de los casi 200 millones de brasileños que habitan un país que presume de su democracia racial.

Para Roselí Prado, con o sin la FIFA, con o sin su presidente Joseph Blatter con sus desatinos y prepotencia como lo demostró en la ceremonia inaugural de la Copa Confederaciones de junio último frente a la presidenta Dilma Rousseff, esa democracia racial no existe y es un mito confirmado por la entidad que, generando cantidades multimillonarias de recursos económicos, maneja a su antojo el balompié mundial.

“Que la FIFA nos explique entonces ?añade-, la razón que la llevó a preferir contratar a Fernanda Lima y Rodrigo Hilbert, dos artistas de telenovela blancos y de ojos claros, como ocurrió en 2010 con Charlize Theron, una actriz rubia de calendario que no representó en el sorteo de grupos a Sudáfrica, con su población mayoritariamente negra, en un gesto humillante que hizo recordar el ?apartheid? contra el que luchó resuelta y valerosamente Nelson Mandela, fallecido un día antes del sorteo mundialista”.

Fanática del Atlético Mineiro de Belo Horizonte como Dilma Rousseff, la maestra Prado establece que -aunque Blatter haya negado que rechazara la participación de Camila Pitanga y Lázaro Ramos en la ceremonia que se realizará en Costa de Sauípe, 80 kilómetros al sur de Salvador de Bahía-, está bien que la justicia brasileña haya abierto un procedimiento para esclarecer un eventual caso de racismo.

“Los jueces ?estima Roselí Prado- deben tomar en cuenta que ambos representan de manera óptima la composición étnica y racial del pueblo brasileño, mientras Fernanda Lima y Rodrigo Hilbert, blancos y caucásicos, no; especialmente y de acuerdo con cifras del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), que nos dicen que el 50.7 por ciento de la población brasileña es negra, mulata y mestiza, mientras el 47.7 se considera blanca”.

A través de un vocero, un tribunal de Sao Paulo dijo que la elección de los presentadores de televisión, dada la altísima audiencia que se espera el 6 de diciembre, debía ser un hecho relevante para la autoafirmación y autoestima de los brasileños.

Al enterarse de la actitud de la FIFA y de la aceptación tácita de la Confederación Brasileña de Futbol (CBF) para aceptar a Lima y Hilbert como conductores del ceremonial referido, la profesora Prado denunció que la discriminación significa un serio error ante un fenómeno social y deportivo sumamente importante.

“Basta recordar que el mayor símbolo futbolístico universal de todos los tiempos es brasileño, negro nacido en 1940 en Baurú, estado de Minas Gerais, llamado Edson Arantes do Nascimento, a quien amorosamente en la nación brasileña conocemos como Pelé”.

Belo Horizonte, Bra., 6 Dic. (Notimex).