Anorgasmia significa no haber llegado jamás al clímax durante las relaciones, pero también dejar de sentirlo en circunstancias o momentos específicos de la vida. Los expertos aseguran que se trata del trastorno sexual más frecuente en las mujeres.
“Una vida sexual satisfactoria es fundamental para tener una vida plena, ambas cuestiones están ligadas. Pero en muchos casos, las mujeres no expresan que padecen una disfunción por cuestión de prejuicios: por la vergüenza o la desconfianza que le genera su médico o por falta de comunicación con la pareja. De ahí que no haya un registro adecuado de la incidencia de este trastorno, aunque se sabe que es algo frecuente en muchas mujeres”, explica el ginecólogo de la Clínica Natale, Carlos Andrés Zorro Rodriguez.
La anorgasmia se explica como la imposibilidad de la mujer para llegar al orgasmo o que este se dilate excesivamente en el tiempo, con relación a lo que cada mujer experimenta en su normalidad.
Para que este trastorno orgásmico alcance la denominación de anorgasmia, “los síntomas deben persistir por más de seis meses o presentarse en el 75% de las relaciones sexuales que se mantienen”, dice el experto.
De hecho, según la última revisión que hizo al respecto la revista The Journal Sexual Medicine, estimó que se trata de la segunda disfunción sexual más habitual en las mujeres.
Como explica el experto, existen tres tipos de anorgasmia: “Las primarias, es decir, cuando una mujer no ha experimentado en su vida un orgasmo. Las clasificadas como secundarias, por otro lado, son aquellas que se manifiestan en un momento determinado, pero se tiene el antecedente de que la mujer sí ha sentido orgasmos con anterioridad. La tercera y última clase de anorgasmia es la situacional, es decir, cuando una mujer experimenta orgasmos únicamente en determinadas circunstancia, por ejemplo, con el coito, pero no con el sexo oral”, indica.
Las causas que pueden desencadenar la aparición de este trastorno son varias.Desde tener un origen en antecedentes médicos de enfermedades, como la dispaurenia (coito doloroso), el retiro del útero o haber padecido cáncer, que pueden disminuir el placer y deseo sexual de la mujer, como los efectos secundarios que provocan determinados medicamentos en la sensibilidad de las zonas reproductivas, como los antidepresivos, o los que genera la ingesta de alcohol, o algunas drogas, asegura Zorro.
“También puede tener más incidencia en mujeres que estén en plena menopausia o que padezcan diabetes. Los condicionantes sicológicos también hay que tenerlos en cuenta. Cuestiones como el estrés, o la falta de comunicación con la pareja son más factores que fomentan la aparición de la anorgasmia”, asegura.
Al margen de cuál sea el origen que desencadena esta disfunción, cabe resaltar que no es puramente fisiológica. El quinto volumen del Manual diagnóstico estadístico de los trastornos mentales (DSM por sus siglas en inglés), que es la clasificación que hace la Asociación Estadounidense de Psiquiatría sobre los trastornos mentales, incluye la anorgasmia como enfermedad mental. De allí que su tratamiento deba contemplar varios factores.
“Tratar un caso de anorgasmia debe realizarse de forma integral, abordándolo desde varios puntos, no solo el mental de la mano de un sicólogo, ni únicamente orgánico, a través del ginecólogo. Eso sí, todo debe comenzar por la mujer, que ella aprenda a entender su cuerpo y reconocer sus puntos de placer sexual. El uso de vibradores en este caso puede ayudar y el acompañamiento de la pareja resulta imprescindible, quien puede asistir con ejercicios de masturbación, por ejemplo, además de la autoestimulación que se realice la propia mujer”, indica el ginecólogo.
“Es importante sensibilizar a las pacientes sobre este tema, para que entiendan que es algo común y que deben acudir a su médico de confianza si nunca han experimentado un orgasmo o están padeciendo un retraso persistente para alcanzarlo”, reconoce Zorro.
La anorgasmia es tratable y tiene solución. Pero para vencerlo, la mujer debe superar el primer obstáculo: ella misma.
Fuente: Fucsia