[sws_blockquote_endquote align=”” cite=”” quotestyle=”style01″] Debería de llevarla a platicar con mi abuelita, o ni siquiera, con mi mamá y a ver si no le dice que es una niña apenas [/sws_blockquote_endquote]

 

El lunes fue mi cumpleaños (gracias, gracias). No es la primera vez que me doy cuenta de esto, pero qué raros son los cumpleaños. Es casi tan extraño como que un día en especial sea miércoles y otro jueves; hasta tienen un sabor distinto, pero en realidad es sólo la tierra dando otra vuelta en su propio eje. Somos la única especie que le pone nombre a los días, obviamente es porque somos la que podemos, pero sin embargo es curioso.

De vuelta a los cumpleaños, o bueno, la edad. ¿Cómo está eso de que un día tengo 21 años y al siguiente ya tengo 22? Lo más extraño es que la gente te trata diferente, aunque sea por un día de diferencia; tal vez no en la transición de los 21 a los 22, pero sí en la de 17 a 18. Entiendo que a una escuela, por ejemplo, le facilite el trabajo esto de contar los años. Pero ¿por qué dejamos que afecte en la vida privada? ¿por qué nos limitamos a nosotros mismos y a otros dependiendo la edad?

Recuerdo una vez que estaba en un bar platicando con una chava, era obviamente mucho más grande que yo y, por lo meno al principio, nadie le estaba dando importancia. Platicamos de cualquier cosa, pero fue una conversación amena, hasta que me preguntó: “¿cuántos años tienes?”, yo le respondí que 20. Ella se volteó inmediatamente y me dejó de dirigir la palabra. No entendía qué estaba sucediendo, le pregunté si ya no me iba a hablar y me contestó: “No, tengo como ocho años más que tú”.

Claro, ese es un caso extremo (espero), pero estoy seguro que situaciones así han ocurrido más de una vez. ¿Y todo por qué? Por el número de años que alguien ha estado vivo. Como si eso fuera culpa de la persona o como si la edad definiera tanto.

Otra historia. Una amiga que acababa de cumplir 28 años me decía: “Es que a los 21 no lo vas a entender pero, en serio, cuando llegas a los 28 todo es muy diferente, la perspectiva que tienes de la vida cambia radicalmente”. No digo que no tenga razón, sí son siete años de diferencia y gracias a dios yo no veo el mundo de la misma forma a cuando tenía 15. Pero lo único que podía pensar era: “Debería de llevarla a platicar con mi abuelita, o ni siquiera, con mi mamá y a ver si no le dice que es una niña apenas”.

Todos tenemos muchas cosas que experimentar tengamos la edad que tengamos. No tiene nada que ver, podrá haber gente que aprenda una lección importante a los 10 años y otra que aunque tenga 50 años no ha tenido la oportunidad de apreciar.

Creo que los cumpleaños son buenos, al menos recibes felicitaciones y buenos deseos, eso le puede alegrar el día a cualquier persona. Pero pienso que si nos dejáramos de limitar por el número de años que alguien tiene, nos permitiríamos a nosotros mismos aprender muchas más cosas y conocer a mucha más gente. Les aseguro que aunque un niño tenga siete años tiene la capacidad de enseñarle a alguien una gran lección.