Con todas las apps que han salido y las terapias en línea que se volvieron más comunes durante la pandemia, queda bastante claro que ha habido un aumento en el interés y la necesidad por un poco de apoyo para la salud mental.
Al igual que con el ejercicio, donde tienes que encontrar tu gym y/o entrenador correcto es la parte más difícil, pero el trabajo de verdad es mantener la consistencia y averiguar qué es lo que realmente te funciona y qué no, la terapia es muy similar.
Existen muchos principiantes para la terapia (seguro eres una), motivados para sentirse mejor, pero sin una idea de cuál es el mejor método para ellos.
Lo bueno es que ya existen muchas aplicaciones para poder tomar terapia sin tener que acudir a algún consultorio ni nada por el estilo. Aunque claro, también tienen sus propias desventajas.
¿Entonces cómo saber si te conviene más ir a terapia presencial o en línea? Aquí te platicamos un poco para aconsejarte.
La mayoría de las personas que empiezan terapia suelen consultar con un terapeuta para ver si les funciona. Este periodo lo puedes considerar como una prueba para ver cómo conectas con tu terapeuta, ya sea presencial o en línea.
Si es posible, ten una llamada por teléfono o una videollamada con tu terapeuta de unos 15 minutos para preguntar sobre los beneficios de ambos, según lo que quieres tratar en la terapia.
Aunque las consultas en línea tienen sus ventajas, la manera presencial permite que tu terapueta se percate mejor de ciertas señales no verbales, como lo que haces con las manos mientras hablas, por ejemplo.
En realidad ambas opciones son buenas, fin y al cabo es cuestión más de preferencia.
¿Pero qué pasa si quieres terapia en línea porque es más fácil para tu horario, pero no te gusta la experiencia?
Si has probado la terapia en línea pero te cuesta trabajo abrirte de esta manera o te distraes fácilmente, hay cosas que puedes hacer para mejorar tus sesiones.
Si eres alguien que se siente incómoda en videollamadas, puedes apagar la opción que te permite verte a ti misma en la llamada o intenta hacer la sesión vía llamada de audio. Quizá hasta terapia vía texto pueda acomodarte mejor.
¿Te falta privacidad en tu hogar? Puedes poner música para que la gente en tu casa no pueda chismear tu sesión. También puedes usar un ventilador o algo por el estilo, ponte creativa.
O quizá ya llevas rato teniendo terapia en línea, pero quieres hacer el cambio a presencial.
Si te sientes lista para hacer la transición, procura comunicárselo abiertamente a tu terapueta, no está padre terminar de manera abrupta sin aviso.
La transparencia le da la oportunidad a tu terapueta de ayudarte con lo que pueda, aunque lo dejes por otro.
De hecho, es parte del trabajo del terapeuta ayudarte a navegar esta transición. La terapia es un lugar para expresar tus miedos y preocupaciones, así que no te preocupes de herirle los sentimientos.
Tu terapeuta hasta podría referirte o recomendarte con alguien. Puede ser incómoda la transición, pero aprovecha la oportunidad para decirle a tu nueva terapeuta qué te gustó y qué no de la pasada.
Aprender de tus sesiones pasadas puede ayudar a hacer que las nuevas sean mejores y que puedas empezar más profundo con el trabajo.
Publicado por Othón Vélez O’Brien.