En un concurso que se llevó a cabo en junio, un chatbot llamado Eugene hizo que un grupo de jueces humanos creyeran que era un adolescente de Ucrania. Los jueces dicen que es la primera vez que una máquina aprueba la prueba de Turing – una forma de medir la inteligencia artificial propuesta por Alan Turing en 1950.
La victoria de Eugene no duró tanto, sin embargo. En cuestión de días habían descartado el logro de Eugene y dijeron que no era más que una colección de respuestas predeterminadas. Luego comenzaron a dudar de la eficacia de la prueba de Turing. La prueba consiste en que un humano y una máquina tienen que responder a preguntas que les hacen unas personas en locaciones remotas.
Una computadora que sea confundida con una persona comprobaría que tiene la capacidad de imitar nuestro proceso de pensamiento.
Esto suena muy bien y todo, pero el ser humano es fácil de engañar, según Ernie Davis, científico informático en la Universidad de Nueva York.
“Estamos acostumbrados a asumir que quien esté hablando con nosotros sea una persona inteligente y de verdad,” dice Davis. Así que los jueces humanos normalmente le dan a la computadora el beneficio de la duda. Además, los chatbots con frecuencia ocultan su falta de razonamiento al parecer distraídos y dispersos. Por ejemplo, una vez le preguntaron a Eugene “¿Si tengo dos canicas en un plato y agrego dos más, cuántas canicas tengo en el plato?”, a lo cual Eugene respondió con “No muchos. No puedo decirte la cifra exacta , se me olvidó. Si no me equivoco, aún no me has dicho dónde vives.”
“Estamos acostumbrados a asumir que con quien hablamos suele ser una persona inteligente.”
Así que, la prueba de Turing no promueve el desarrollo de las máquinas con una inteligencia adaptable a nivel humano. En lugar, expone nuestra credulidad y crea programas cuyas grandes innovaciones son el uso de incongruencias sarcásticas o un encanto manipulador.
La crítica del momento más importante para la inteligencia artificial esta siendo criticado en un momento donde las inversiones y el interés están aumentando. Recientemente Google adquirió la empresa DeepMind por $400 millones de dólares e IBM esta invirtiendo mil millones de dólares en el sistema Watson, quien esta actualmente investigando una cura para el cáncer cerebral. Algunos creerán que el ámbito de la inteligencia artificial no necesita de la prueba de Turing y que deberíamos permitir que las computadoras se vuelvan más inteligentes en su propia manera inhumana.
Eso sería un error. Lo genio de la prueba de Turing es que capturó la imaginación del público y lo llevó a la innovación. ¿Así que por qué no mejor construir una mejor prueba para comprobar la verdadera inteligencia artificial?
“En lugar de buscar una gran innovación, deberíamos entender cómo tomar muchos pequeños pasos que nos lleven a algo útil,” dice Noah Goodman. Las máquinas deberían llevar a cabo varias tareas que hacen enfasis en razonamientos en ese momento. Algo que determine si la máquina puede describir un video después de verlo una vez, responder a preguntas directamente y reconocer idiomas. Más que entretener, una máquina así demostraría, en las palabras de Turing, una máquina que piensa. Eugene no se acercó ni poquito a esto.
Publicado por Othón Vélez O’Brien.