Es la pesadilla de cualquier amante de los lácteos. Un día estás comiendo queso o helado y el siguiente momento estás sufriendo del estómago cuando nunca te había sucedido antes.

Lamentablemente, sí es posible volverte intolerante a la lactosa aunque seas adulto y nunca hayas tenido el problema en tu vida antes.

¿Cuándo te puedes volver intolerante a la lactosa?

La intolerancia a la lactosa suele suceder desde alrededor de los 5 años, pero por lo general es genético. Todos los bebés pueden digerir y absorber la lactosa al principio, pero conforme envejecemos, para muchos esta capacidad disminuye y partes del intestino que secretan lactasa paran.

Aunque en su mayoría, la intolerancia a la lactosa empieza en la adolescencia o a principio de los 20, es común que la gente desarrolle la intolerancia cuando son mayores. ¿Pero qué es lo que lo causa en adultos?

Hay muchas cosas que pueden causar que tu cuerpo deje de digerir la lactosa como:

  • Intoxicación
  • Una enfermedad del estomago
  • Una enfermedad en el intestino
  • Estrés extremo

Las enzimas de la lactasa viven en la parte superior del extremo del intestino delgado. Si hay irritación en el ducto digestivo, esa parte puede ser el primero en ser afectado, así que los enzimas pueden ser de los primeros en desaparecer.

Otras personas simplemente pareciera que con la edad pierden la capacidad de digerir la lactosa. Nadie sabe exactamente por qué, pero es algo bastante común. Si lo ves desde una perspectiva evolutiva, para un infante la leche es su único alimento, pero conforme crece, el requisito evolutivo para absorber nutrientes de la leche ya no es tan importante.

También puede ser que siempre fuiste intolerante a la lactosa y nunca te hayas dado cuenta.

¿Cómo saber si eres intolerante a la lactosa?

Cuando la lactosa no se descompone y estas azúcares permanecen en el ducto digestivo, tu cuerpo intenta sacarlo metiendo agua al colon, resultando en gas, diarrea y calambres. La mayoría de los síntomas aparecen dentro de dos horas de haber consumido algún lácteo.

Sin embargo, algunas personas creen ser intolerantes a la lactosa cuando en realidad son sensibles a la caseína o el suero–la proteína en la leche y la sustancia aguada que permanece después de que la leche se hace cuajada. Si tu estomago no aguanta los quesos duros, que no contienen lactosa, podría indicar esta sensibilidad.

La mejor manera de averiguar tus sensibilidades es trabajar con un nutriólogo y eliminar los lácteos y lentamente reintroducirlas a tu dieta. Irás consumiendo lácteos poco a la vez para identificar cuáles son los que te causan molestia para identificar exactamente qué es lo que no toleras.

Publicado por Othón Vélez O’Brien.