Existe la teoría de que mientras menos comes, tu estomago (ósea el órgano) se encoge y menos alimento te cabrá y dejarás de sentir que tienes un hueco en la panza que no podrás llenar. Ósea que te llenarás con más facilidad, lo cual te debería ayudar para bajar de peso.
Sonará como un buen trato hasta que te das cuenta de qué tan poco debes de comer para poner esta teoría en práctica. En un estudio, pacientes obesos pudieron disminuir el tamaño de sus estómagos en un 27% en cuatro semanas consumiendo 600 calorías por día, más o menos la mitad del mínimo que deberías de consumir en cualquier día dado para bajar de peso.
Otro problema es que aunque logres encoger tu estómago y llenarte con mayor facilidad, no es muy probable que sientas menos hambre a lo largo del día. Los químicos responsables por controlar tu apetito incrementan en el organismo de aquellos que llevan a cabo dietas de deprivación, por lo cual sentirás más hambre con la panza hundida.
Encima de todo, los resultados de cortar tu dieta por la mitad son casi garantizados que serán contraintuitivos. Sólo entre 5 a 10% de los individuos que llevan a cabo estas dietas mantienen el peso a la larga. La mayoría suelen recuperar todo lo que perdieron y un poco más.
Además, investigaciones han demostrado que los estómagos en gente obesa y gente con peso promedio no son muy distintos en tamaño, así que el tamaño del estómago no es un factor muy importante cuando se trata de bajar de peso.
Así que en vez de luchar contra tu anatomía, haz que funcionen a tu favor esas hormonas que regulan el hambre al consumir fibra y proteína, que te causan una sensación de satisfacción en el cuerpo. Evitar que se vacíe por completo el estomago tambén puede ser una buena medida contra comer de más. Comer almuerzos pequeños con más frecuencia y dormir mínimo siete horas cada noche te ayudarán a regular los químicos que regulan el hambre.
Publicado por Othón Vélez O’Brien.