Si tienes los labios secos y partidos y tu labial no te ayuda, entonces labios resecos quizá no sean tu problema. Es posible que tengas una condición conocida como queilitis angular.
La queilitis angular causa una inflamación dolorosa en una o ambas esquinas de la boca.
¿Qué causa la queilitis angular?
Básicamente sucede cuando la saliva se acumula en las esquinas, causando que se resequen y se partan. Estas quebraduras en la piel pueden ser colonizadas por bacterias u otros gérmenes que suelen haber en la boca.
Esto puede resultar en heridas dolorosas que pueden parecer fuegos. La principal diferencia entre estos dos es que visualmente, la queilitis angular parece piel quebradiza y escamosa en las esquinas de tu boca mientras que los fuegos pueden ocurrir en cualquier parte de la boca.
Además, los fuegos tienen ciclos de vida, sentirás un ardor o comezón en ciertas áreas del labio antes de que se haga visible. La queilitis angular no tiene advertencia.
¿Es contagiosa la queilitis angular?
A diferencia de los fuegos, esto no es contagioso. La condición se puede esparcir al otro lado de tu boca, sin embargo no es probable que se esparza a otras zonas de tu cuerpo.
¿Cómo se trata la queilitis angular?
Debes mantener la zona inflamada limpia y seca para evitar que la infección empeore. Tu doctor podría recetarte una crema de esteroides tópica que ayudar con la sanación. Para casos más severos, puede que te tengan que recetar algún medicamento antibiótico o antimicótico.
Si la inflamación es relativamente menor, la puedes sanar con algunos remedios caseros, como aplicarle vaselina o aceite de coco para aliviar y humectar las zonas irritadas. Pero cuidado, sin tratar la infección puede agravarse y afectar la piel que la rodea o causar una infección oral.
Para prevenir la queilitis angular es bueno mantenerse hidratada, mantener tus labios secos, aplicar labial regularmente y mantener una buena higiene bucal en general.
También es bueno que dejes de lamer tus labios, no sólo esparces saliva, también se ve feo.
Publicado por Othón Vélez O’Brien.