rabia

La transmisión de la rabia se ha logrado controlar en México, pero sería aventurado pensar en la posibilidad de erradicarla, pues todavía existen múltiples reservorios entre diferentes especies, afirmó el investigador Jorge Cárdenas Lara, de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM.

“Si bien hay riesgo, el programa de control ofrece la certeza de que éste sea limitado por las acciones que ha tomado en materia de protección: vacunación canina anual (en 2012 cubrió 17.7 millones de perros), educación sanitaria, esterilización, reporte inmediato de personas mordidas y, en su caso, vacunación de las mismas”, enfatizó.

En un comunicado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), dijo que anualmente son agredidos por canes entre 80 mil y 100 mil personas, que aún cuando no son contagiadas de rabia, el asunto representa un problema de salud.

Detalló que de acuerdo información de la Secretaría de Salud y de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), de 1970 a 1979 se reportaron dos mil 924 casos de rabia humana en América Latina, de los cuales México contribuyó con 732.

En la siguiente década (1980-1989) se presentaron mil 787, a los que el país aportó 699. Para la siguiente, de 1990 a 1999, los registros mexicanos indicaron 240, de un total de mil 567 contabilizados en Latinoamérica.

Por lo que se refiere a la rabia canina, en la década de 1970 a 1979 se registraron 33 mil 330 casos y para 1999 el número disminuyó a 13 mil 487.

El epidemiólogo consideró que el riesgo persiste en el país en la medida en que no se ha erradicado, pero la situación es diferente.

Pese a que la rabia canina sigue presente y aún cuando entre 2007 y 2012 se presentaron 144 casos positivos, de 2006 a la fecha no hay registro de humanos en que la enfermedad haya sido transmitida por perros; incluso, entre 2006 y 2012 se contabilizaron 20 casos, pero la transmisión fue por especies silvestres.

La rabia, que es una enfermedad transmisible que representa un riesgo para la salud pública y animal, es catalogada por los especialistas en urbana, que se mantiene en perros y gatos, y silvestre, que ocurre en especies animales no domésticas, como coyotes, murciélagos hematófagos, zorrillos y mapaches, entre otras.