Casi todas nuestras acciones tienen la meta de mantenernos felices. Pero luego caes en trampas que limitan tu felicidad. Aquí hablaremos de tres de los más importantes.

Son fáciles de solucionar, pero hasta que no lo hagas te limitarán severamente para alcanzar tu máxima felicidad.

1. Nos guardamos nuestros sentimientos
Un gran malentendido sobre la inteligencia emocional es que se trata de reprimir tus sentimientos y embotellarlos. Aunque sea cierto que alguien con una mayor inteligencia emocional no permiten que ciertas emociones se manifiesten impulsivamente, eso no significa que no se expresan los sentimientos.

La inteligencia emocional es cuando afrontas y honras tus sentimientos y te permites un momento para sentirlos y verlos por lo que en realidad son. Luego los expresas de manera constructiva en vez de dejarte llevar por el mismo sentimiento.

2. Luchamos contra el cambio
El cambio es una parte inevitable de la vida y aquellos que luchan contra el cambio lo hacen para sentirse con el control. El problema con esto es que resulta en lo contrario y en realidad limita tu control sobre la situación al poner una barrera entre ti y las acciones que tienes que tomar para mejorar la situación.

La idea es prepararse para el cambio. No se trata de adivinar con exactitud lo que la vida tiene preparado para ti, sino pensar en las consecuencias de potenciales cambios para que no nos agarren desprevenidos si llegan a surgir.

El primer paso es admitir que hasta las facetas más estables y confiables de nuestras vidas no están completamente bajo nuestro control. Simplemente nada permanece igual por mucho tiempo, ni la gente, negocios, lugares, etc. Cuando te permites aceptar el cambio evitas dejarte llevar por emociones fuertes como el shock, la sorpresa, miedo y la desilusión cuando surgen estos cambios. Aunque todavía sintamos estas emociones negativas, al aceptar que el cambio es inevitable nos permitimos ver de forma razonable la situación y nos adaptamos conforme sea necesario.

3. Nos desensibilizamos con la tecnología
Todos merecen una oportunidad de echarse sus maratones de series de vez en cuando. La verdadera pregunta es ¿cuánto tiempo pasamos conectados y cuánto de ese tiempo nos hace sentir bien y cuánto nos entumece?

Cuando nuestro escape se vuelve una distracción constante, es una señal de que hemos caído en la trampa de demasiado de una cosa buena.

Si queremos pasar menos tiempo conectados a nuestros dispositivos tenemos que escoger horarios o momentos adecuados para dejarlos un rato. Hay que conseguir alguna actividad diferente que sea igual de estimulante. Mientras menos recurrimos a la tecnología, más tiempo podremos pasar sin la necesidad de usarla.

Publicado por Othón Vélez O’Brien.