Este será el tercero de los tres artículos prometidos, y el relacionado a la idea que algunas personas tienen sobre lo que se habla en un consultorio psicoanalítico. El comentario que me empuja a escribir esto fue que se piensa que tendrán que rememorar todos los eventos de su vida e irlos resolviendo uno por uno hasta la época presente, lo que a la persona que me lo comentó le parecía algo largo y tedioso; no la culpo.
“Hable”; esa es la consigna, esa es la indicación con la que el análisis debería comenzar, “sólo hable, diga lo primero que le venga a la mente, no importa cuál sea el contenido de sus pensamientos, es importante los comunique todos”.
¿Cómo llegamos a esto? Freud comienza su práctica terapéutica como ya la mayoría lo sabe, utilizando la técnica de la hipnosis que aprendió de Charcot en París, esta práctica que llevó a cabo junto con su mentor Breuer, tuvo algunos resultados alentadores, pero Freud se percató que estos eran muy pocos y la duración breve, pues la abreacción (es decir, el proceso de descarga emocional que, al liberar el afecto ligado al recuerdo de un trauma, anula sus efectos patógenos) se llevaba a cabo mientras las pacientes se encontraban inconscientes, y los pocos adelantos que esto producía, desaparecían en estado de vigilia. Es aquí que Freud comienza a alentar a sus pacientes a que digan todo lo que les venga a la mente, pues pensaba, que de esta forma al ir descargando grandes cantidades de contenido psíquico podrían vencer las barreras de la resistencia que se elaboraban para reprimir los recuerdos traumáticos, los deseos que no eran aceptables o que se oponían a la idea que el sujeto tenía del deber ser. Pensamientos y recuerdos que una vez liberados y reconocidos por el paciente en estado de vigilia y de forma consciente, disminuían o anulaban los síntomas que los aquejaban.
En 1958 J. Lacan en un artículo sobre la dirección de la cura, destacó que la regla fundamental (la asociación libre) lleva al paciente a confrontarse con una palabra libre una palabra que el sujeto no controla: una palabra “plena”, penosa porque puede ser verdadera.
En conclusión, la idea es hablar de todo, conforme los pensamientos se presenten en la mente del paciente, ya sea de forma ordenada o desordenada, hay que comunicarlos para poder agotar lo contingente (lo que puede o no ser) hasta que surja la verdad del sujeto. Indicarle a alguien que hable de ciertos temas, o de épocas de su vida para ir resolviéndolas, nos pondría en un lugar difícil, pues estaríamos asumiendo que al abarcar la vida completa del sujeto estaríamos resolviéndolo todo (tarea imposible) en lugar de permitir al inconsciente decir por fin eso que está oculto y que solo se accede a ello permitiendo el libre discurso del paciente.