Científicos saben más de la superficie de la Luna y de Marte que lo que saben de nuestro propio mar. Esto ayuda a explicar la visión de Jacques Rougerie, quién diseñó un laboratorio marino que es comparable con el Enterprise de Star Trek.

Rougerie se imagina su invento, el SeaObrbiter, una especie de boya futurística que flota en el mar, equipado con pequeños submarinos y equipos de buzos que pueden explorar y analizar el ambiente marino.

El SeaOrbiter vale unos $48 millones, lo cual es su mayor desventaja. Pero gracias a páginas en internet para juntar dinero para su causa, han juntado $475,000 para empezar con la construcción este año. Si logran inspirar a gente adinerada para donar la suma completa, esperan poderlo acabar para el 2016.

 

  1. El Ojo: Desde aquí, los científicos podrán seguir aves migratorias y fauna marina y podrían llevar a cabo estudio meteorológicos de largo plazo.
  2. Operaciones de superficie: Pilotos controlarían los submarinos controlados remotamente arriba del agua. La zona de operaciones exterior podría servir para empezar buceos desde la superficie. Paneles solares y turbinas de viento podrían brindar la energía necesaria para el barco.
  3. Laboratorio sumergido: Cada año biólogos marinos descubren alrededor de 2,000 nuevas especies marinas, lo cual SeaOrbiter quiere aumentar. Aquí se podrían poner tanques que permitirían a los investigadores llevar a cabo experimentos y transportar a ciertos espécimenes  a instalaciones más sofisticadas para investigar.
  4. Estacionamiento para cuatro: El hangar subacuatico podría tener dos submarinos para dos personas, dos submarinos de control remoto y un dron autónomo que puede sumergirse a 6,000 metros.
  5. Centro de datos: Esto serviría como el estudio de transmisión de SeaOrbiter para compartir sus descubrimientos con el mundo. También habrá un órgano en esta parte de la nave.
  6. Dormitorios subacuaticos: Seis miembros de la tripulación vivirán en una zona bajo presión debajo del agua, permitiéndoles bucear todo el día debajo de 100 metros. Viviendo así, podrían llevar a cabo experimentos con mucha más eficiencia que un biólogo marino convencional que vive sobre la superficie y tampoco tendrían que hacer todo el proceso de descompresión al regresar a la nave.

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Publicado por Othón Vélez O’Brien.