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Recuerdo que una vez a los nueve años estaba en casa de una amiga, y mientras saltábamos la cuerda una de sus tías se nos acercó y con toda la convicción del mundo nos dijo: “Niñas, nunca se vayan a casar, todos los hombres son iguales”.

Y así los años pasaron, y de varias mujeres llegué a escuchar frases del mismo estilo, algunas dichas con rabia, otras con una enorme decepción y algunas más con resignación.

Sinceramente nunca le he encontrado sentido a esas oraciones, ¿cómo podemos saber que todos esos seres pertenecientes al sexo masculino son idénticos?

Me resulta imposible y hasta ilógico imaginarlo, aunque comprensible que son las experiencias lo que nos hace hablar y muchas veces juzgar.

Justamente es ahí donde deberíamos hacer una pausa para reflexionar, y procurar una mayor empatía, como se dice de manera coloquial, ponerse en los zapatos del otro.

Estoy segura de que existen hombres que afirman que “todas las mujeres somos iguales”, y también estoy segura de que un 99.9% de nosotras nos opondríamos a esa absurda declaración. Entonces, ¿por qué etiquetarlos a ellos?

Cometemos un error garrafal al generalizar, y si hubo un hombre, o dos o tres que actuaron indebidamente, que te engañaron, decepcionaron o lastimaron, estoy convencida de que hubo otro, o dos, o tres más que te apoyaron, aconsejaron y cuidaron. Las malas experiencias le pasan a todo el mundo, pero al final del día sólo de ti depende que sean eso, experiencias.

Toma en cuenta que si tú crees que los hombres son todos iguales es porque (quizás) únicamente te has permitido conocer al mismo tipo de hombre y por eso piensas que todos se parecen, qué tal si intentas conocer a personas diversas, tal vez así verías que existen hombres diferentes.

No olvides que la incapacidad para confiar proviene principalmente de la inseguridad interior y ésta se refuerza al repetir el mismo patrón y buscar al mismo tipo de pareja.

Tú eres tan humana como ellos, y aunque no existe garantía de que te no te vuelvas a topar con un “mal” hombre, es mejor tener una vida sin rencores y consciente de que esto no es cuestión de género sino de la esencia de cada individuo. Piensa que para poder confiar en alguien más es importante que confíes primero en ti y en que hiciste una buena elección de pareja o compañero. Pon atención en tus propios comportamientos, atrévete a conocer a alguien distinto y confía en que todo va a estar bien.