El físico alemán, Heinrich Rubens, se volvió un dios entre los nerds en el 1905 cuando inventó un tubo que visualiza las ondas sonoras a través del fuego. Cuando no hay sonido presente dentro del tubo, las llamas son uniformes, pero cuando se agrega un sonido en el tubo, las ondas sonoras afectan la cantidad de gas que sale de cada orificio.

En el punto máximo de desplazamiento del sonido (los anti-nodos), la presión del gas varía. La presión alcanza su máximo nivel cuando las ondas alcanzan el pico y el gas se junta más a través del hueco, lo cual causa que salga más gas, volviendo la flama más alta. Cuando la onda empuja hacía abajo, el orificio no puede recuperar el gas que soltó. Hay suficiente gas y oxigeno para que la flama siga prendida hasta que las ondas vuelvan a incrementar.

La parte de la onda donde se cruza el medio y se mantiene sin cambios se conoce como el nodo. Esta zona en el tubo de Rubens no tiene la fluctuación de presión y permanece relativamente bajo.

Claro que el volumen tiene gran papel en cuánto a cómo se ven estas flamas.

Aquí en el video vemos a Derek Muller quién revisa una versión actualizada del tubo de Rubens. Han desarrollado un aparato con 2,500 orificios. La diferencia es que no van en fila como el tubo de Rubens tradicional, sino que cubren un área.

Veamos cuál es la diferencia ahora.

Publicado por Othón Vélez  O’Brien.