Aparte de amar a tus hijos y divertirte con ellos, volverte mamá te hace adquirir unos hábitos extraños que nunca hubieras presentado antes de tener hijos. Aquí hay unas cosas que a las mamás les parecen normales mientras que al resto del mundo nos parece simplemente un poco extraño:
Hueles traseros
Se vuelve costumbre levantar a tus hijos para olerles el pañal si algo te huele extraño. Llega un momento cuando lo haces en medio de una conversación sin pausas.
Cuestiones raras de comida te parecen normales
Si la salsa y la pasta en el plato de tu hijo llegan a tener contacto, el universo podría implotar. O al menos tú no puedes creer que otra cosa suceda.
Picas narices
Oye, los mocos no desaparecerán por su cuenta y otros padres te juzgarán en base de la nariz de tu hijo.
Te fijas en la respiración de tus hijos
Entras silenciosamente al cuarto de tus hijos mientras duermen para asegurar que sigan vivos. Te les quedas viendo fijamente hasta que notas un poquito de movimiento y luego te tranquilizas. Esto lo harás hasta el día que tu hijo de vaya de la casa.
Llevas un mini-supermercado adonde sea que vayas contigo
Galletas saladas, fruta, sandwiches, todo lo que podrías necesitar en cualquier momento en una salida con tus hijos.
Rockeas con música ridícula
Antes de tener hijos, juraste no enseñarle nada de música que no fuera buena a tu hijo. Ahora le pones todas esas canciones de niños y te las sabes perfectamente y las cantas cada que las escuchas.
Adquieres una obsesión con los heces
Probablemente en algún momento hasta tengas una gráfica de popó. Muy poca o mucha y te toca llevar a tu hijo al hospital.
Siempre tienes toallitas húmedas
Dos horas de ser madre y ya entiendes perfectamente que no puedes sobrevivir sin esto. Ahora los usas para todo, desde servilletas hasta para quitarte el maquillaje.
Comes a escondidas
Porque tus hijos siempre van a querer lo que tú tienes, así que te encuentras luego comiendo tus galletas especiales a escondidas. Porque tampoco le puedes decir que no a tus hijos cuando se trata de comida.
Empiezas a hablar sola
En raras ocasiones que salen en público sin tu hijo, te encuentras narrando las cosas ahora. Lamentablemente, decir cosas como “ok, ahora peguemos” en cualquier tienda al aire sin tu hijo presente podría preocupar a algunas de las personas que te rodean.
Haces ruidos de animales
Casi todo lo que hagas todos los días con tus hijos empezarán a manifestarse en todo el resto de los momentos de tu vida. Te cacharás haciendo ruidos de elefante un día en la oficina o en un restaurante.
Los fluidos corporales ya no te afectan
¿Recuerdas cuando te lavabas las manos cada vez que un poco de vómito les caía encima? No te preocupes, nadie te esta juzgando por todas las manchas en tu ropa y esa sustancia cuestionable en tus manos.
Publicado por Othón Vélez O’Brien.