
Hacer ejercicio no es para quemar calorías, es para recuperar energía
Durante años nos han vendido la idea de que el ejercicio es una forma de castigo: una especie de penitencia por haber comido “de más” o por no tener el cuerpo que dicta el estándar de belleza. Y aunque moverse tiene beneficios físicos evidentes, limitar su valor a “quemar calorías” no solo es reductivo, sino que también nos desconecta de todo lo que el ejercicio puede hacer por nuestro bienestar mental y emocional.
El mito de quemar calorías
Parte del problema está en cómo muchas personas aprendieron a ver el ejercicio: como una fórmula matemática. Comer pastel = correr 5 km. Pero el cuerpo no funciona así. La nutricionista deportiva Alicia Romano explicó a Self que el cuerpo no calcula con exactitud cuántas calorías se queman con cada actividad, y además, ese tipo de enfoque fomenta una relación poco saludable con el movimiento y la comida.
Hacer ejercicio exclusivamente para “compensar” lo que comiste puede llevarte a entrenar con culpa, en lugar de conectar con tu cuerpo o disfrutar la actividad.
El movimiento como fuente de energía
Aunque suene contradictorio, mover el cuerpo con regularidad ayuda a tener más energía, no menos. El ejercicio, en especial cuando se realiza de forma consistente y sin exceso, estimula la circulación, mejora la calidad del sueño, reduce el estrés y eleva el estado de ánimo. Y todo esto se traduce en más vitalidad para tu día a día.
Esto lo confirma la psicóloga deportiva Carla Meijen: “El ejercicio puede darte un empujón de energía, incluso cuando sientes que no tienes ganas de moverte”. La clave está en elegir el tipo de ejercicio adecuado para ti y practicarlo sin una agenda de autocastigo.
Ejercicio para reconectar contigo
Cambiar el objetivo del entrenamiento puede transformar tu experiencia. No se trata de eliminar metas físicas, pero sí de ir más allá del “antes y después” y notar lo que el cuerpo puede hacer en el presente.
Practicar yoga para liberar tensión, caminar para despejar la mente, levantar pesas para sentirte fuerte o bailar para soltar el estrés: todo eso también es salud. Y todo eso también cuenta.
Si estás buscando nuevas formas de moverte sin presión, esta guía sobre cómo disfrutar el ejercicio sin enfocarte en resultados físicos puede ayudarte a reencuadrar tu perspectiva.
Escuchar a tu cuerpo, no a los números
Los relojes inteligentes, las apps de ejercicio y las máquinas de cardio suelen mostrar cuántas calorías “quemaste”, pero eso no debería ser tu métrica principal. No es lo mismo una caminata relajante que una clase de HIIT, y eso está bien: ambas son valiosas por diferentes razones.
En lugar de obsesionarte con los números, observa cómo te sientes después de moverte: ¿dormiste mejor? ¿te sentiste menos ansiosa? ¿pudiste pensar con más claridad? Ahí está el verdadero beneficio.
En resumen
Mover el cuerpo no debería ser un castigo ni una moneda de cambio por lo que comiste. Es una herramienta para sentirte mejor, tener más energía y reconectar contigo misma. Cambiar el enfoque del ejercicio puede ayudarte a construir una relación más amable, sostenible y poderosa con el movimiento.
Y si estás en un proceso de reconciliación con tu cuerpo, también puede interesarte nuestra nota sobre cómo la cultura del bienestar a veces te hace sentir peor.
Publicado por Redacción.