Tras una noche de bebidas, quizá no sólo te despiertes con dolor de cabeza y la boca seca. Puedes encontrarte recibiendo el día pegado al baño por un rato.

Si notas patrones extraños entre tus visitas al baño y tu bebida, no es una coincidencia. Los efectos del alcohol crean las condiciones perfectas en tu cuerpo para la diarrea.

Hay muchas complicaciones en juego aquí. Primero, el alcohol puede irritar el interior de tus intestinos, lo cual no sólo hace que se filtren a tu intestino, pero también hace las contracciones musculares más fuertes y frecuentes. Estas son las contracciones que te dan las ganas de ir al baño conforme mueven las heces a través de tu sistema digestivo.

Si estas contracciones están en sobrecarga, puede que expulsen las heces antes de que tu intestino haya tenido la oportunidad de absorber agua adicional de tus heces. El resultado son heces aguadas (diarrea).

Encima de eso, tus intestinos podrían tener aún más problemas absorbiendo fluidos cuando estás borracho, haciendo que tus heces sean aún más aguadas.

La causa de tu diarrea puede ir más allá de intestinos irritados. El alcohol puede matar las buenas bacterias en tu organismo, lo cual puede alterar el balance de tu flora intestinal. Esto puede causar que hayan más malas bacterias que afecten la capacidad del intestino de absorber agua adecuadamente. Demasiado alcohol también puede estimular la producción de ácidos gástricos en tu estomago, otro fluido mezclado con tu diarrea.

También es posible que no sea sólo el alcohol que esté atribuyendo a tu diarrea. Otros componentes en tu bebida podrían afectar. Por ejemplo, si eres sensible al gluten u otros problemas absorbiendo carbohidratos, bebidas como la cerveza o cócteles dulces podrían irritar tu tripa aún más, empeorando los síntomas.

Si quieres evitar la diarrea después de beber, no te excedas de la dosis recomendada y procura alternar cada bebida con un poco de agua para mantenerte hidratado y diluir el alcohol.

Publicado por Othón Vélez O’Brien.