Lo primero que uno suele hacer al despertar es quitarse las lagañas, una especie de mucosidad que se acumula en las equinas de tus ojos mientras duermes. ¿Pero nunca te has preguntado qué es exactamente y cómo se forma esta sustancia?
Todo comienza con las lagrimas, o para ser más precisos, la fina capa de lagrimas que cubre nuestros ojos. Nuestros ojos tienen tres capas lagrimales que permiten que funcionen adecuadamente nuestros ojos. La más cercana al ojo es la capa de glucocáliz, una capa conformada principalmente de mucosidad. Cubre la cornea y atrae agua, el cual permite una distribución pareja de la segunda capa, una solución de lagrimas a base de agua. Mide apenas cuatro micrómetros de grosor, pero esta capa es muy importante, mantiene nuestros ojos lubricados y los limpia de potenciales infecciones. Y finalmente, esta la capa exterior que esta compuesta de una sustancia aceitosa llamada meibum, que esta compuesta de lípidos como ácidos grasos y colesterol.
El meibum es un fluido transparente y aceitoso a temperatura corporal, pero con un grado menor de temperatura, se convierte blanco y opaco, esto es lo que conocemos como lagañas.
Esta sustancia se forma en su estado solido mientras duermes por un par de razones. Primero, tu temperatura corporal disminuye un poco en la noche en general, así que el meibum se enfría suficiente como para que se vuelva solido. Segundo, el sueño relaja la acción muscular de las glándulas meibomias, lo cual es suficiente para causar que se cree un exceso de esta sustancia que termina en nuestros párpados y las raíces de nuestras pestañas. En otras palabras, nuestros ojos están cubiertos de mucho más meibum de lo normal mientras dormidos, así que cuando se enfría, nos quedamos con una cantidad considerable de lagañas.
El meibum previene que lagrimas estén constantemente saliendo de nuestros ojos, lo cual nos facilita mucho la vida debido a que nos estorbaría estar lidiando con las lagrimas todo el tiempo. Así que en comparación, tener que quitarte las lagañas todas las mañanas no es una gran molestia. Pero al retener nuestras lagrimas, el meibum hace otra cosa: ayuda a mantener nuestros ojos húmedos.
Al parpadear estamos estimulado las glándulas meibomias, lo cual evita que se resequen nuestros ojos, lo cual podría causar complicaciones severas a futuro.
Así que la próxima vez que te despiertes para quitarte las lagañas, quizá reflexiones un poco sobre su importancia.
Publicado por Othón Vélez O’Brien.