Hay cosas que nunca te sobran, como las vacaciones, tiempo con la gente que quieres, aumentos en el salario, dormir, etc. Pero cuando se trata del ejercicio, al igual que el postre, más no necesariamente es mejor.
Entrenar demasiado duro y con demasiada frecuencia puede resultar en algo peor que llegar a esa meseta de progreso: el sobreentrenamiento.
Si entrenas más de cuatro días a la semana, excediendo tus límites cada vez puedes abrumar tu cuerpo y su capacidad de recuperación. Cuando esto sucede, puede que sientas tu entrenamiento más duro de lo que debería de sentirse.
Esto no significa que no puedas entrenar 5, 6 o 7 días a la semana, pero para hacerlo tienes que variarle mucho a tu rutina. Por esta razón muchas personas ejercitan partes diferentes del cuerpo o grupos musculares en días distintos.
Si no divides tu entrenamiento y te esfuerzas muy duro todos los días, tu desempeño puede caer en picada. Te costará trabajo levantar el peso que normalmente levantas, te cansarás más rápido, tu motivación se irá por los suelos y quizá te encuentres más irritada, cansada y hasta el apetito puedes perder.
Sin importar qué síntomas padezcas, el resultado será el mismo. Tu progreso se detendrá o peor, puedes lesionarte.
Así que para evitar esto dale prioridad a tu recuperación tanto como el entrenamiento. Recuerda que la adaptación ocurre entre entrenamientos, no durante. Normalmente deberías de darte unas 48 horas entre entrenamientos de alta intensidad al menos de que tu entrenamiento un día y el del día siguiente sean bastante diferentes.
Digamos que un día te pones a levantar pesas enfocándote en tu cuerpo superior y al día siguiente trabajarás más cardio y tus piernas corriendo.
Tu cuerpo está hecho para moverse, así que muévelo todos los días si es lo que quieres, pero no le exijas su máximo todos los días.
Publicado por Othón Vélez O’Brien.