
¿Y si dejas de meditar (y no pasa nada)?
El bienestar no debería sentirse como una tarea pendiente
Meditar puede ser transformador. Ayuda a conectar contigo misma, a calmar la mente y a bajar el ritmo en medio del caos diario. Pero cuando se convierte en una casilla más por tachar en tu lista de hábitos saludables, algo se pierde. Y si últimamente no puedes concentrarte, si te da flojera o simplemente ya no quieres hacerlo, está bien. Dejar de meditar no te hace menos consciente.
La trampa del “bienestar perfecto”
Muchas veces, el discurso del autocuidado se convierte en presión. “¿Ya meditaste hoy?”, “¡Cinco minutos al despertar cambia tu vida!”, “Las personas exitosas meditan todos los días”. Ese tipo de frases bienintencionadas pueden terminar siendo contraproducentes. No todo el mundo se siente cómodo cerrando los ojos en silencio, y eso no debería ser un problema.
Como explica este artículo en The Cut, incluso la meditación guiada puede ser frustrante si se convierte en una exigencia. Algunas personas comienzan a asociar la práctica con culpa por no hacerlo “bien” o por no tener los resultados esperados. El bienestar no debería doler.
Escucha lo que realmente necesitas
Tal vez hoy no te calma la meditación, pero sí salir a caminar, escribir, cocinar o simplemente estar contigo en silencio sin juicio. A veces cuidar de ti no se ve como una rutina perfecta de wellness, sino como darte permiso de ser flexible. El descanso mental también puede venir de un rato de risa, de ver una serie o de hablar con una amiga.
En esta nota sobre prácticas de bienestar realistas publicada en SELF, se enfatiza que existen muchas formas de conectar contigo sin seguir la narrativa tradicional del mindfulness.
El autocuidado no es una competencia
Dejar de meditar por un rato no significa que renunciaste a ti misma. A veces, el verdadero bienestar está en quitarte expectativas y dejar espacio para lo que sí se siente bien en este momento. Ya volverás si quieres. O no. Y también está bien.
Publicado por Redacción.