Es inevitable y siempre sucede en los momentos más inconvenientes. Tan pronto las cosas se empiezan a acelerar en el trabajo o empiezas a planear un evento o un viaje, tus niveles de estrés empiezan a elevarse y de repente, de la nada, te enfermas.

Básicamente lo que sucede cuando estás estresado, tu cuerpo entra en un modo de luchar o huir. Esto es bueno si te enfrentas a una emergencia de verdad, como salir corriendo de un edificio en llamas, pero es malo si te sientes estresado porque tienes fecha de entrega de trabajo pronto en el trabajo. En ese caso, tu cuerpo simplemente se mantiene en esta modalidad mientras intentas terminar todo el trabajo que te falta. Lo malo de esto es que mantener tu cuerpo en alerta todo el tiempo debilita tu sistema inmunológico, causando síntomas como dolor de cabeza, de garganta, problemas gastrointestinales o insomnia. Luego, sin darte cuenta, terminas en la cama por una semana intentando alejar un resfriado, lo cual te causará estrés adicional.

Lo bueno es que aunque no puedas vivir una vida totalmente sin estrés, fácilmente puedes mitigar algunos de los efectos negativos. Respirar lento y profundo se ha descubierto que alivia el estrés. Asegurando de que hagas ejercicio regularmente (el yoga es particularmente eficaz contra el estrés), tener una dieta sana y dormir bien ayudará mucho también.

Publicado por Othón Vélez O’Brien.