Amigos, parejas, familiares, vecinos, conocidos, compañeros de trabajo o jefes son algunas de las personas con la que tratamos a diario. En algunos casos lo hacemos por elección propia y en otros se trata más de una obligación que no tiene nada que ver con nuestros intereses.

Existen diferentes tipos de personas y en ocasiones nos gustaría mejorar la relación que mantenemos con ellas pero nos resulta difícil porque no sabemos cómo hacerlo o porque ellos nos lo impiden. Sea como sea, las consecuencias son siempre las mismas: nos sentimos molestos, incómodos, utilizados, agotados y frustrados.

Si no es por obligación, y la mayoría de las veces no lo es, quizás deberíamos alejarnos de estas personas problemáticas que nos agotan la energía, pero ¿qué ocurre si no tenemos opción? A continuación veremos algunos perfiles de estas personas y cómo podemos actuar para mantener el trato y sobrellevar mejor la relación:

  • Los críticos: son personas que parecen disfrutar metiéndose y juzgando continuamente a los demás. Siempre están dispuestos a hacerlo y como no puede ser de otra manera a veces también nosotros nos convertimos o nos convertiremos en objeto de sus críticas. Normalmente las personas tienen la falsa creencia de ‘yo me puedo librar de sus críticas’ pero es un error porque no depende de nosotros, sino de ellos mismos. Si queremos sentirnos bien no deberíamos entrar en su juego, ni reír sus gracias porque corremos el riesgo de convertirnos nosotros también en críticos. Es más aconsejable no fomentar su comportamiento y cambiar de tema cuando se pongan de manifiesto sus ganas de criticar.
  • Los controladores: el mensaje de este perfil es muy claro: ‘si no haces lo que digo y como lo digo no estaré conforme’. A veces puede ser de ayuda tratar con este tipo de personas, porque siempre tendrán un consejo que ofrecernos. El problema es que si no lo seguimos se molestarán y la relación no será agradable. Estas personas tienen que hacer frente a sus propios fantasmas, de modo que en este caso si es aconsejable escuchar pero luego hacer lo que nosotros consideremos sin tratar de justificarnos ante ellos. De ese modo tendrán que soportar que no tienen ningún control sobre nosotros pero a pesar de eso les aceptamos.
  • Los exigentes: ¿quién no ha sentido alguna vez que hagamos lo que hagamos nunca acertamos con algunas personas? Seguramente estemos frente a un exigente. Creen tener la respuesta perfecta y todo lo que se aleje de ella no es suficiente ni adecuado. Hay muchos jefes que mantienen este perfil, y la mejor manera de relacionarnos con ellos es mostrando que aunque las cosas no se hagan perfectas, o como ellos consideran, no ocurre nada malo ni catastrófico. La gente excesivamente exigente jamás estará a gusto, así que en este caso es fundamental seguir haciendo las tareas a nuestra manera y no dejarnos contagiar por su catastrofismo. Las personas tenemos una capacidad limitada para hacer, si alguien piensa que lo puede mejorar que se encarguen ellos.
  • Los agresivos y malhumorados: mucho mejor cuanto más alejados estemos de ellos, pero si no podemos evitar sus gritos, insultos o respuestas violentas, recordad: nunca entréis en su juego de poder. Seguramente llevan años perfeccionando ese modo de ser, de modo que la guerra la tendremos perdida a no ser que nos enfrentemos con otras armas. La seguridad, el sentido del humor, la firmeza y la tranquilidad son nuestros mejores aliados para desmontar los argumentos de una persona agresiva. En un primer momento resulta mucho más útil mantener la distancia y marcar nuestros propios límites sobre lo que estamos dispuestos a permitir, incluso dejándoles con la palabra en la boca. En este caso, una buena huida a tiempo es una victoria para nuestro bienestar.
  • Los pesimistas: siempre anticipando situaciones negativas pueden llegar a ser un verdadero tormento. A la gente le gusta rodearse de personas positivas, alegres y que nos hagan pasar buenos momentos… Excepto a las personas que también son pesimistas, que pueden preferir compartir el tiempo con otros que piensan como ellos. Es preferible mantener nuestro buen ánimo en lugar de tener que convertirnos en pesimistas para agradar a otro que lo sea. Tratar con este tipo de personas va dejando huella, así que es mejor evitar sus consejos, cambiar de tema cuando se muestren negativos y no darle mayor importancia.
  • Los victimistas: se caracterizan por pensar que todo y todos están en su contra. Se sienten perseguidos, señalados y manifiestan un comportamiento paranoico que es muy difícil combatir. En un primer momento provocan en nosotros sentimientos de ayuda y cuidado, nos preocupan y nos queremos convertir en sus salvadores… ¡Es un error!, porque entonces no aprenderán a solucionar sus conflictos y siempre tendrán que ser salvados por otros. Además, si después de mucho esfuerzo conseguimos que salgan de una mala situación, rápidamente encontrarán otra para sentirse víctimas de nuevo. Si no estamos prevenidos conseguirán manipularnos apelando a la pena o la injusticia. ¿Solución? Tratemos de pasar buenos momentos y manifestarles que estamos con ellos, pero no tenemos el control de sus problemas. Si conseguimos que se distraigan haciendo actividades agradables y haciendo que olviden sus temores estaremos en el buen camino.

Gente difícil: aprende a tratar con ellos%

Existen infinidad de personas que consideramos tóxicas y siempre supondrá un reto importante relacionarnos con ellas. Por eso es bueno que los identifiquemos y trabajemos nuestras propias debilidades para mantenernos firmes y actuar del modo en que nosotros consideramos sin que puedan manipularnos. Dejemos a un lado el papel de salvadores porque en la mayoría de los casos como mucho podremos aspirar a tener una relación cordial y distante, y eso ya será todo un éxito.

Fuente: Nosotras