Gabriel Villar diseñó una impresora 3D que crea tejidos artificiales que podrían reemplazar los que están dañados.
La impresión en tres dimensiones es vista por varios expertos en ciencia y tecnología como la revolución industrial de la era digital. Y aunque aún faltan varios años para que se masifique, cada vez aparecen más hallazgos sobre el diseño de una amplia gama de objetos que son producidos por estas impresoras.
Gabriel Villar, de 27 años, egresado del Colegio Anglo Colombiano y estudiante de doctorado en Física de la Universidad de Oxford, diseñó, junto a otros colegas, una impresora 3D no convencional con la cual se puede elaborar un material tridimensional que imita el comportamiento de las células en los tejidos.
La impresora expulsa minúsculas gotas de agua que contienen todos los ingredientes bioquímicos necesarios para crear este material que tiene una textura similar a la del caucho y se asemeja a los tejidos del cerebro, según el artículo de portada de la edición más reciente de la prestigiosa revista Science.
Cada gota es un compartimiento acuoso de unos 50 micrones de diámetro, una longitud casi cinco veces más grande que las células vivas. Las redes impresas, que permanecen estables por semanas, se ensamblan luego en una bandeja que se mueve para establecer la posición de cada gota expulsada.
Las gotas se acumulan y se mantienen separadas por una fina membrana de lípidos en la cual pueden colocarse poros que permiten la comunicación entre gotas vecinas. Esas sendas imitan los nervios y pueden transmitir señales eléctricas de un punto de la red a otro.
Además, como son totalmente sintéticas, no tienen genes y no se replican, podrían evitar algunos de los problemas que ha habido anteriormente con otros métodos que crean tejidos artificiales, como por ejemplo en los que se usan células madre.
“Hemos creado una forma de producción, con escala variable, de un nuevo tipo de material blando. Las estructuras podrían, en principio, emplear gran parte de la maquinaria biológica que permite un comportamiento complejo en las células y los tejidos vivos”, indicó Villar.
Las redes pueden diseñarse para que se plieguen de diferentes formas después de la impresión. De esa forma, una que se asemeje a los pétalos de una flor puede programarse para que se doble formando una bola hueca, algo que no puede lograrse con la impresión directa.
“Hasta ahora hemos creado redes de hasta 35.000 gotas, pero su tamaño es limitado. Para nuestros experimentos usamos dos tipos diferentes de gotitas, pero no hay razones por las cuales no puedan usarse cincuenta o más tipos diferentes”, señaló.
Según el artículo, estas redes de gotas impresas podrían configurarse como bloques de construcción en un nuevo tipo de tecnología que puedan usarse en aplicaciones como la administración controlada de medicamentos. Además, algún día podrían reemplazar o fortalecer tejidos humanos deteriorados.
Semana. 6 Abril 2013.