Es difícil pero no imposible… Si eres de esas personas que posponen la alarma en varias ocasiones, estas recomendaciones te ayudarán a convertirte en alguien capaz de incluir el ejercicio en su rutina mañanera:
Planea todo lo que puedas la noche anterior.
Elimina cualquier actividad antes del ejercicio. Si puedes deja lista tu ropa y tus accesorios deportivos desde la noche anterior, prepara tu maleta, llena la botella con agua… cuantas menos responsabilidades tengas en la mañana, mejor.
Utiliza dos despertadores.
Tú puedes y vas a salir de la cama, pero al principio quizá necesites un poco de ayuda extra. Aquí la recomendación es dejar una de tus alarmas del otro lado de tu cuarto, así tendrás que levantarte a apagarlo. Así ya estás fuera de la cama y habrás dado un paso más para hacer ejercicio.
Comienza lentamente.
Si eres la antítesis de un madrugador, sería una buena idea iniciar tu viaje al amanecer lentamente. Los entrenamientos matutinos pueden ser algo tan simple como caminar por la manzana. Esto ayudará a que te acostumbres a la rutina de levantarte temprano y mover el cuerpo sin forzarte demasiado.
Elige un entrenamiento que realmente te guste.
Si odias las clases de spinning, no dejes que esa sea tu primera actividad de la mañana. Es más probable que mantengas tus intenciones madrugadoras si haces algo que realmente quieres hacer.
Invita a un amigo.
Para comprometerte a sudar por la mañana, nada como reclutar a un amigo o colega para que se te una. Habrá menos probabilidades de cancelar tus planes y puede ser más divertido.
Date un premio.
El refuerzo positivo es la clave del éxito. Ponte metas y prémiate por lograrlas, por ejemplo, regálate un delicioso café, un cambio de look, un par de zapatos… la idea es provocar cambios en ti.
Recuerda lo bien que te sientes después de hacer ejercicio.
Nadie puede negar lo bien que se siente el cuerpo después de moverse. Recuerda eso cuando consideres la posibilidad de quedarte bajo las sábanas.