Ya invertiste las horas levantando pesas, corriendo, sudando, respetando disciplinadamente tu dieta y, lo más importante, mantener la consistencia. Los resultados son evidentes, siempre que te miras en el espejo te has visto como una persona más ligera y atlética. Ya tienes ropa nueva para tu nueva figura, alcanzaste tu meta…. ¿pero ahora qué?
Algunas personas mantienen la misma rutina, otros hasta se meten a maratones. Pero algunos quieren bajarle al ritmo para apreciar lo que han logrado. La clave es no dejar la costumbre por demasiado tiempo. 2 semanas de inactividad es todo lo que necesitas para perder de manera notable tu fuerza y bienestar cardiovascular. El cuerpo es increíblemente eficaz para adaptarse a cualquier exigencia (o falta de) que le pones.
Así que ya que cumpliste con tus metas, ¿cómo evitar perder tu progreso? Con estas simples reglas:
Disminuye el ejercicio de manera gradual
Buenas rutinas de entrenamiento te permiten hacer ejercicio 5 o 6 días a la semana sin efectos negativos. Pero una vez has alcanzado tus metas de fuerza y duración, puedes reducir la frecuencia de tu rutina sin perder los beneficios que te costaron mucho trabajo conseguir. Con una vez a la semana que hagas ejercicio no pierdes masa muscular y es posible que la sigas adquiriendo (mucho más lento, claro). De poco en poco reduce los días a la semana que haces ejercicio hasta encontrar tu punto perfecto para mantener el cuerpo que quisiste.
Mantén la intensidad
Un solo set de entrenamiento de fortaleza puede producir hipertrofia (crecimiento muscular). Si tu meta es mantener lo que ya tienes, uno o dos sets por movimiento debería ser suficiente. La clave es que sean difíciles. Siempre deberías de sentir que la última repetición es la antepenúltima que hubieras logrado hacer. Haz algo con tu rutina cardiovascular. Con un solo intervalo intenso de 20 minutos todos los días puedes mantener tus mismos niveles de bienestar cardiovascular.
Ajusta un poco tu dieta
La dieta es de lo más difícil para mantener mientras buscas llegar a tu meta. Conforme reduces tu rutina de entrenamiento, empezarás a quemar menos calorías. Para evitar un rebote de peso, intensifica un poco tu dieta con proporción a cómo estás disminuyendo tu ejercicio. En días que no estés haciendo ejercicio, reduce tu dieta en unas 300 a 500 calorías.
Mantén la flexibilidad
Recuerda que esto sólo es una guía y no son reglas estrictas que aplican igual para todos. Distintos ejercicios funcionan diferente para distintas personas igual que las dietas. Así que lo mejor es que tomes las cosas con calma y vayas viendo qué es lo que mejor te está funcionando para mantener tu cuerpo como lo tienes y con cuidado para no darte cuenta de las cosas demasiado tarde y tienes que subir la guardia otra vez.
Publicado por Othón Vélez O’Brien.