Tus pesadillas pueden ser señal de algo increíble. Aquellos que tienen más pesadillas pueden ser más creativas que aquellos que no duermen con miedo.
Investigadores le preguntaron a personas que sufrían de pesadillas y a gente que sueña feliz que reaccionaran a palabras con cargas emocionales con la primera respuesta que les viniera a la mente.
Descubrieron que aquellos libres de pesadillas solían responder de manera predecible con palabras como “alegría” ante palabras como “feliz” o “enojado.”
Pero aquellos que tenían al menos dos pesadillas por semana tenían asociaciones más creativas. Respondían a palabras como “enojado” con otras como “rojo” o “cara”. Sus mentes no siguen patrones ordinarios para pensar.
Esto muestra que sus cerebros podían pensar en una respuesta lógica distinta de las típicas respuestas que saldrían debido a un proceso mental más convencional: una clara señal de creatividad.
El lazo común entre la creatividad en la vida lúcida y las pesadillas durante el sueño puede ser una creatividad más agudizada.
La gente creativa suele experimentar eventos en un nivel mucho más profundo. Están mucho más sincronizados con sus emociones y sentidos, lo cual les permite pensar y expresarse de maneras menos ordinarias.
El resultado es que cuando duermes, esta creatividad se convierte en sueños imaginativos, vividos e intensos.
Los sueños vividos no necesariamente son algo malo, pero si estás estresado o ansioso, pueden dar un giro negativo, resultando en lo que interpretamos como una pesadilla.
Cómo detener tus pesadillas
Puedes dejar de soñar cosas horribles con una técnica casera conocida como terapia de ensayo de imágenes.
Analiza una pesadilla mientras estás despierto, pero cambia el resultado con un final más feliz. Repasa esta pesadilla actualizada en tu cabeza por 20 minutos en una sesión durante el día y otra vez brevemente antes de dormir.
Tus pesadillas deberían de ser menos intensas y el tema en sí cambiará. Los resultados de las pesadillas deberían de volverse menos negativos de manera gradual.
Pero si no dejas de despertar sudando frío y las pesadillas no mejoran nada, será mejor que acudas con un psicólogo.
Publicado por Othón Vélez O’Brien.