El bouldering se ha vuelto más y más popular recientemente, básicamente de lo que se trata es que te pones enfrente de una pared con agarraderas de colores y tienes que escalarlo como puedas.
La belleza del bouldering es que sólo eres tú y la pared. Cada “ruta” se llama un problema y exige fuerza y precisión. Si te resbalas, caes sobe un piso suave, así que las lesiones son raras en este deporte, más que nad sólo lastimarás tu ego cuando te caigas.
Otra belleza del bouldering es que no importa tu tipo de cuerpo, cualquiera puede hacerlo y cada problema se resuelve según el cuerpo de cada quien. Algunas personas con extremidades más largas resolverán algún problema en particular de manera muy diferente a una persona más chaparra, y eso es parte de la diversión del bouldering.
También puedes esperar unos cambios en la definición muscular de tu cuerpo cuando empieces a ir regularmente.
Muchos principiantes asumen que el bouldering es una serie de dominadas, pero una buena y eficiente forma requiere que te guies con las piernas, así que trabajas los glúteos, cuadriceps y la corva.
Subes una pierna a una agarradera, empujas y subes para agarrarte de la siguiente con un brazo estirado. Esta conexión entre brazos y piernas es lo más importante en el bouldering ya que el core conecta estas dos partes del cuerpo y te ayuda a transferir la fuerza.
No sólo trata de fuerza, también es importante la destreza mental, tienes que fijarte antes de empezar para darte una idea de cómo debes subir y mover las extremidades.
Es algo que se tiene que hacer con mucha conciencia y este enfoque mental se vuelve más importante cuando tus pies dejan de tocar el piso.
Además de ser una buena forma de ejercicio, el bouldering es bueno para practicar la paciencia y el manejo de estrés.
Ahora el primer paso sólo es subir una de esas paredes.
Publicado por Othón Vélez O’Brien.