amar el ejercicio

Algunas personas realmente están convencidas de poder encontrar alegría en el ejercicio. ¡Pero hay buenas noticias! Puedes reprogramar tu cerebro para unirte al grupo que dice amar el ejercicio, según muestran investigaciones.

Cuando los expertos midieron la conectividad eléctrica en los cerebros de personas que son activas recreativamente, descubrieron que aquellas que se perciben a sí mismas como altamente tolerantes al esfuerzo físico experimentaban mayores niveles de “placer recordado” después de ejercitarse, según un nuevo estudio de la Universidad Internacional de Florida. Mientras tanto, quienes dijeron no ser tan tolerantes mostraban una cierta cantidad de “temor anticipado” o emociones negativas antes de comenzar.

Lo bueno es que puedes enseñarte a ser más receptiva, física y mentalmente, al movimiento, lo que te ayudará a sentirte emocionada por hacer ejercicio en general y desearlo más a menudo. Al probar algunas (¡o todas!) de estas tácticas, probablemente notarás beneficios de inmediato. Para extender el efecto, sigue con estos esfuerzos, ya que los cambios sutiles se van acumulando con el tiempo. ¡Adelante!

1. Dale un toque especial al tipo de ejercicio que ya te gusta.

Digamos que no te molesta levantar pesas, pero definitivamente no sientes esa emoción de “no puedo esperar” antes de entrenar. Puedes crear motivación y disfrute artificial escuchando música o un podcast mientras sudas, usando realidad virtual o simplemente practicando el diálogo positivo contigo misma. O tal vez entrenar en grupo o con una amiga sea el ingrediente que te falta. Estás generando señales externas que pueden ayudarte a esforzarte un poco más y a ir más rápido. El objetivo es fomentar experiencias positivas con tus entrenamientos. Poco a poco, esa emoción se convertirá en algo natural sin necesidad de estas señales externas.

¿No estás segura de por dónde empezar para encontrar la actividad que mejor se adapta a ti? Piensa en tu pasado reciente, incluso en tu niñez. Siempre hay pistas. Por ejemplo, si solías amar nadar en la alberca de tu vecindario, quizá podrías traducir eso a nadar algunas vueltas en tu gimnasio local. O tal vez en algún momento de tu vida fuiste bailarina. Tomar una clase de fitness de baile, ya sea virtual o en persona, podría despertar tu pasión.

2. Desafíate justo lo necesario.

No importa lo que estés haciendo, la actividad debe ser lo suficientemente difícil como para que sientas una sensación de logro que te haga querer repetirla. Pero también debe estar dentro de tus capacidades para proteger tu sentido de autoeficacia (es decir, tu confianza en tus habilidades). Cuando las personas experimentan una intensidad de ejercicio que no está alineada con su preferencia o tolerancia, tienden a ejercitarse menos en el futuro, según muestra la investigación.

Lleva este pensamiento un paso más allá: si eliges, por ejemplo, un ritmo de carrera que consideres placentero (léase: no a toda velocidad), podrías encontrar que correr es más disfrutable y más fácil de repetir en el futuro y podría volverse una manera de amar el ejercicio. Esta “promoción de autonomía” también se aplica al entrenamiento de resistencia. Así que, si descansar más entre series te hace sentir mejor, hazlo. (Eso creará esas asociaciones positivas en tu cerebro). Más no siempre es mejor, y una actividad placentera será más fácil de mantener con el tiempo.

Monitorear tu progreso con un rastreador también te permite ver el esfuerzo que estás poniendo, lo que mejora tu mentalidad en torno al ejercicio y, por lo tanto, la felicidad relacionada con la actividad física, según un estudio publicado en el Journal of Medical Internet Research.

3. Envía a tu mente una señal motivacional para amar el ejercicio.

Los seres humanos estamos diseñados para ahorrar la mayor cantidad de energía y almacenar grasa. Entonces, a veces, especialmente cuando el ejercicio se vuelve intenso, necesitas recordarte a ti misma por qué estás haciendo lo que parece una locura. A algunas partes de nuestro cerebro les cuesta entender el propósito del ejercicio.

Por ejemplo, recordar que el cardio es importante tanto para la salud del corazón como para la función cognitiva puede actuar como una señal motivacional. Esto te ayudará a sentirte más positiva en el momento y a ser más constante con el ejercicio en el futuro, ya que ahora asocias la actividad con un propósito y beneficios para la salud. Sorprendentemente, los pensamientos negativos también pueden actuar como señales positivas (por ejemplo, imaginarte que tu energía y estado de ánimo se desploman por no moverte ese día puede ser increíblemente poderoso). Considera esto como tu señal para dar un paseo o prepararte para tu siguiente entrenamiento justo… ahora.

Publicado por Othón Vélez O’Brien.