
Olvídate del conteo obsesivo de calorías o del castigo disfrazado de rutina de ejercicio. Hoy, cada vez más personas están dejando atrás la visión del fitness como obligación para abrazar una nueva forma de moverse: con alegría.
Este enfoque —a veces llamado joyful movement— propone cambiar el “tengo que hacer ejercicio” por “quiero moverme porque me hace sentir bien”. Es una manera de reconectar con el cuerpo desde el placer, no desde la culpa ni la autoexigencia.
Moverte con alegría puede significar bailar en tu sala, salir a caminar con amigas, practicar yoga sin enfocarte en “quemar grasa”, o simplemente estirarte al despertar. Se trata de notar cómo responde tu cuerpo, sin presiones externas ni metas estrictas. Aquí, la intuición manda más que el cronómetro.
Este enfoque también tiene beneficios profundos para la salud mental. Estudios han demostrado que el movimiento hecho con disfrute puede reducir los niveles de estrés, mejorar la percepción corporal y aumentar la motivación para mantenerte activa a largo plazo. Cuando dejamos de ver el ejercicio como una tarea para “arreglar” nuestro cuerpo y lo vemos como una herramienta para habitarlo mejor, el cambio es poderoso.
Además, moverte con alegría no solo cambia cómo te sientes físicamente, sino cómo te relacionas contigo misma. En lugar de pelear con tu cuerpo, empiezas a escucharlo. Y eso, en una cultura que constantemente nos dice que debemos cambiar, es un acto de resistencia.
Así que la próxima vez que pienses en hacer ejercicio, pregúntate: ¿qué movimiento me haría sentir bien hoy?
Publicado por Othón Vélez O’Brien.